La tristeza
sólo es un estado más, un recuerdo de lo que nos importa, una fase que va y
viene. No soy peor ahora ni mejor cuando os hago reír todo el tiempo. Siempre
soy yo. A veces carne, a veces sombra, espejo transparente que se refleja en el
poder de tus ojos. Caminaba por tus largas pestañas como un equilibrista sin
palo, con la tranquilidad que sabía que debajo de mí había un mar de lágrimas
que yo lloraría al caer. No me mataría pero el golpe dejaría marcas mucho
tiempo. Y aquí estoy mirando las cicatrices, suplicando porque no se borren, por
no poner en mi libro un capítulo más. Me da igual si es viaje o pesadilla, sólo
quiero regresar o despertarme, que tus dientes me muerdan una vez más y saber
que esa marca nunca abandonará mi piel. Porque fuiste hielo para mis demonios y
no quiero volver a sentir verano sin el frío de tus pies. Ahora tu indiferencia
quema, tus palabras sin sentimiento son lava para mis ojos y siento que me
estoy quedando ciego y sin lazarillo. Pero esta tristeza siempre guarda dos dados
en la manga y quizás cuando me veas… salga siete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario