Yo que nací
haciendo castillos de carbón,
que la lluvia arrasaba
para darnos calor,
tú que pensaste en saltar
para que yo tuviera un suelo,
ahora me siento fallo y error,
el peor heredero.
Cómo pudo el sacrificio
engendrar el hedonismo,
cómo puede el mejor padre
guiar a este maldito
hijo.
Cuándo maté a aquel niño,
de ojos inocentes
y sombra de largas pestañas,
ese niño que lo descifraba todo y
ahora no entiende nada.
Por qué el tiempo fue tan cruel,
le hubiera dado mi alma
por no verme crecer,
por no andar tan perdido,
porque esta mañana
siento mucho frío.
Porque ahora
me gano el carbón de reyes,
y ya no sé construir nada…
porque ahora sí solo espero
que la lluvia sea a mí
a quien se llevara.