La tristeza
sólo es un estado más, un recuerdo de lo que nos importa, una fase que va y
viene. No soy peor ahora ni mejor cuando os hago reír todo el tiempo. Siempre
soy yo. A veces carne, a veces sombra, espejo transparente que se refleja en el
poder de tus ojos. Caminaba por tus largas pestañas como un equilibrista sin
palo, con la tranquilidad que sabía que debajo de mí había un mar de lágrimas
que yo lloraría al caer. No me mataría pero el golpe dejaría marcas mucho
tiempo. Y aquí estoy mirando las cicatrices, suplicando porque no se borren, por
no poner en mi libro un capítulo más. Me da igual si es viaje o pesadilla, sólo
quiero regresar o despertarme, que tus dientes me muerdan una vez más y saber
que esa marca nunca abandonará mi piel. Porque fuiste hielo para mis demonios y
no quiero volver a sentir verano sin el frío de tus pies. Ahora tu indiferencia
quema, tus palabras sin sentimiento son lava para mis ojos y siento que me
estoy quedando ciego y sin lazarillo. Pero esta tristeza siempre guarda dos dados
en la manga y quizás cuando me veas… salga siete.
miércoles, 31 de enero de 2018
martes, 30 de enero de 2018
El sabor de tu melodía.
Y fuiste canción soñada,
mi tono de llamada,
melodía de despertador
que me sacaba una sonrisa.
Eras el tema de mi vida,
el soniquete que no se va
de la cabeza,
tocadiscos mental,
acorde perfecto y soñado.
Podías ser el estilo
que tú quisieras,
cada día uno e igual de bonito
que el anterior,
todos tus ritmos me hacían bailar.
Me hacías vivir las más bellas
baladas,
y follar con el heavy más puro.
Los grandes compositores
soñaban contigo,
pero eras partitura imposible
porque sólo te dejas tocar
cuando tú quieres.
Sonabas a veces
a canto de pájaros,
otras a lluvia,
y las menos a tormenta.
Me encantaba ponerme
los cascos entre tus piernas,
y descubrir a que saben las canciones.
Y ahora que estás lejos,
te recito de memoria,
porque podré escuchar otras canciones
pero nunca olvidas tu preferida.
jueves, 25 de enero de 2018
Papá cuéntame por primera vez.
Papá cuéntame por primera vez qué es eso de la muerte, cómo fue
vuestra primera conversación con apenas treinta, fue cruel o fue sincera? Esa
hija de puta sin sentido, porque yo era demasiado pequeño para entender aquel
silencio. Papá cuéntame por primera vez cómo es una cuenta atrás tan clara, por
qué los demás vivimos como si esto nunca acabara. Me rodeo de inmortales y me
siento perdido, los veo caminar, los veo sonreír, los veo confiados. Soy yo el
único que le da los buenos días a la muerte cada mañana? Que prefiere empezar
la conversación porque sé que ella tiene la última palabra. Papá cuéntame el
secreto de esa fortaleza, estar en esa cama tumbado mirándole a la puta de la
guadaña a los ojos, despidiéndote de todos con aquella sonrisa, empujando las
últimas horas con aquella prisa.
miércoles, 24 de enero de 2018
Adiós magia.
Un día más me he despertado en blanco y negro, he vuelto a
cerrar los ojos, los he apretado muy fuerte y he repetido tu nombre varias
veces. Luego he mirado mi móvil para contrastar que la magia ya no existe, que
la realidad una vez más me da los buenos días con una patada en la boca. Giro
el contador de latidos del día, tas, tas, tas, comienza la marcha atrás. Jugaré
a caminar por las horas sin pisar la línea de los minutos, con un poco de
suerte el camino a la cama hoy será un poco más corto. He dejado de huir de los
monstruos del pasado, para sentarme frente a ellos, con las piernas
entrelazadas, las manos sujetando mi barbilla. Contadme otra vez mi historia
que ya me la sé. Ese monstruo en forma de espejo me devuelve una imagen que ya
no conozco, daría todo por verme volver
a brillar en tus ojos, porque el sol volviera a entrar por el hueco de tus
dientes y llenarme de vida otra vez. El invierno es tan crudo y yo no puedo
calentar mis manos sobre el fuego de tu estómago, mi pecho huyó de mí buscando
tu espalda y ahora mi corazón se quedó sin coraza, aterido, herido… sabiendo
que pronto va a morirse de frío. Y mandé tu paloma mensajera con un mensaje
para mi alegría, pero ella no sabe tu dirección porque la criamos en nuestra
cama y ni siquiera pudo salir por la ventana. Y me levanto y hago café, lo dejo
en la habitación y me pongo a contar cara a la pared. Cuatro, tres, dos,
uno…voy, me giro y todo sigue vacío, maldita infancia y fantasías de niño, ese
juego siempre fue mi preferido. Porque al final siempre encontrabas lo que
querías, todo acababa en risas, en cuestión de minutos las pérdidas se
convertían en reencuentros. Ahora días, meses, de un juego cruel en el que no dejo
de buscarte en cada esquina, de sobresaltos en caras parecidas, de ver como se
para mi respiración cuando una larga melena entra por la puerta y se cruza en
mi vida. Pero todo día tiene su fin, por hoy mi tristeza fichará sus horas de
trabajo y se irá a la cama, con un poco de suerte Morfeo hoy será generoso y
mañana me dejará recordar mis sueños, porque ahí siempre te encuentro la
primera.
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