Yo que nací error, que me aboné a la imperfección, ante todos
tus aciertos y verdades huí corriendo a esconderme. Pero la verdad es adictiva
cuando sale de tus labios, y la dulzura de tus ojos ante mis más vehementes
pensamientos empapados en alcohol me rompían el alma. Nadie merece tanta
comprensión y tú se la robaste al mundo para hacerme sentir un poco mejor. Tú
que tantas veces me has callado con tu cabeza sobre mi pecho, que sonreías
viéndome perder las formas entre balbuceos y palabras mal pronunciadas. Tú que
le robaste horas a la luna para acariciar mi espalda y sumirme en el más dulce
de los sueños, tú que das sin recibir y eres capaz de crear una cúpula de paz
allí donde Pandora reinaba. Tú que convertiste mis oídos y mis ojos en una
eterna sonrisa, que haces que anhelar tus labios sea la única certeza, soplas
mis males, alivias mis penas…conviertes el deseo en Dios y mi cuerpo en el
mayor de los fieles. Tú que siempre estás y yo que siempre vuelvo, tú que
me dices no y yo que me niego...te agarro
para no soltarte y con tu cuerpo me dices... te quiero. Tú que sellaste la paz
entre mi corazón y mi cabeza después de 36 años…que mataste el silencio para
llenar de música mi madrugada, que matarías monstruos, que esconderías
cadáveres…tú la más fuerte y a la vez más frágil te convertiste en mi
atrapasueños. Tú que ríes y yo que digo
es lo puto mejor del mundo, que suspiras y yo digo ahora sí merece la pena…que
entornas tus ojos para que yo te abrace y no te suelte. Tú que sacas mi
instinto más básico, del principio de todo,
me atrapas entre tus piernas y yo lo comprendo todo. Tú que eres autosuficiente
pero me permites creerme importante, tú que naciste diosa y me besas como si yo
no fuera el más triste de los mortales. Yo que tengo que alzarme para besarte
en la frente…yo que me siento pequeño y tú me apartas a la gente. Yo que por
primera vez me arrepiento…tú me miras con la sonrisa a la que escribieron los
mejores poetas. Yo que caminaba perdido lleno de whiskey y de reproches, tú me
cogiste de la mano y me sacaste bruscamente de aquel bar, para meterte en mi
cama soplando un café y convirtiendo todas la fotografías mentales en basura.
Te contemple tan iluminada, tan jodidamente perfecta…que todos los pintores y
poetas maldijeron mi nombre. Yo odié mi falta de talento por no poder pintarte,
mi ineptitud para captar ciertos momentos…ahora con las palabras hago un pacto
para que ese segundo sea eterno. Y tú…convertiste la mañana en noche, rompiste
el tiempo, paraste mi vida y, joder, nadie puede entender lo que fue aquello…el
nirvana con el que sueñan muchos, la paz convertida en silencio, nuestras manos
como única referencia entrelazadas al viento. Y cruzaste el umbral de mi puerta
dejando el anhelo como única dirección, convirtiendo echarte de menos en filosofía
de vida…pedirte ven en el mensaje de mi contestador. Y regresaste imponente,
destacando entre aquella multitud, yo te vi entrar a cámara lenta y convirtiendo
unos pocos metros en dos continentes separados por el gran océano al no poder
abrazarte. Pero la noche me tenia reservado volver a la vida, a convertir
abrazos y besos en bucle infinito…en tierra soñada. Aquella cama en refugio de
la tormenta…tu espalda en el mejor destino. Y tus labios, que decir de tus
labios que no haya soñado el hombre desde el principio…instinto, deseo,
felicidad…creer que mueres mientras tu corazón late más fuerte que nunca. Y
ahora ya todo está claro, ya no tengo ninguna duda…haz lo que quieras…pero
sobre todo hazlo conmigo.
@azaustre