Te he buscado en tantas
noches solitarias,
lágrimas sin sentido.
Te buscaba en copas que
quemaban
y en fantasías de niño.
Aparecías en sueños que no
recordaba,
en aquella película cuyo
nombre ya no recuerdo.
Te añoraba en camas
vacías,
y en otras llenas de nada.
Me sorprendías mirando las
estrellas…
y parecía infinitamente
imposible encontrarte.
Te adueñabas de palabras
que no eran para ti,
y al final le diste
sentido a todos mis poemas.
Te guardé mi primera vez…
para venderla al odio y al
reproche.
Perdí mi voz gritándote en
desiertos,
mientras tú escuchabas
otras canciones.
Me hiciste sentir que tu
piel era un invento,
como los dioses y
fantasmas que dominaban mis miedos.
Recé para encontrarte…
yo que no creo en el cielo
si no es entre tus piernas.
He muerto en mil batallas,
y resucité en nombre de la
esperanza.
Descubrí que todos mi
sueños tenían sentido,
la noche en que el mundo
se paró y…
la luna nos dio la espalda
llena de envidia.
Vi a los hombres
rechazarnos.
Una vez más el ser humano
le escupía
a lo que no entiende.
Pero reímos juntos a
carcajadas,
nos divertían sus miedos
ante el huracán
que provocaban nuestros
besos.
Y ahora que sé tu nombre y
tu cuerpo es mi religión…
siento que lucharé contra todos mis miedos un día más.