miércoles, 7 de marzo de 2018

Benditos Sábados.

Llega otro sábado en esta ciudad de piedra, de letras antiguas y gargantas quemadas, que comen libros y beben madrugadas. Y nos juntamos los de siempre bajo un Manzano, que nos da de comer en platos, mientras no paramos de beber, reír y brindamos. El café viene en chupito, Luis es música, también su hermano, las risas son culpa de Ciri y nuestros ojos cada vez brillan más y continuamos. Tengo que trabajar, al menos eso pone mi contrato, bajamos todos a La Imprenta, los hígados comienzan a temblar, la música nos sale por las orejas mientras no dejamos de bailar. Porque dejarse llevar, sin poder vivir sin ti, me recuerda a aquella mujer de verde que hizo que mi realidad es que yo rompiera todas tus fotos y tú no dejaras de llamarme, aunque ojalá nada hubiera pasado y estuvieras aquí, pero nosotros no dejamos de sentir esa electricidad ni esa conexión, ya tendremos tiempo mañana para decir Malditos Domingos. Mientras le da el viento en su calva, Alberto no para de currar, yo sigo dando voces, vosotros no paráis de gritar. Suenan los últimos acordes de Brea, se van escondiendo los vampiros, recogemos como si no hubiera mañana...el Piper nos espera. Allí estará Langos, disfraces, luces y fantasía, creemos en los unicornios, nos subimos a la tarima, saca la mano de bailar Jose que esta noche no termina. En la cabina un colega, no deja de poner temazos, leche de Juan, tus rizos, un grito con los primeros acordes de nuestra canción, puede parecer una noche más, pero siempre es diferente, recordad que Salamanca siempre lleva el apellido de vuestra gente.

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