Y
ahora
que he perdido el sueño,
que mi cuerpo desfallece,
me agarro a tus
palabras en la noche
con las piernas colgando
en el precipicio.
Confiando en
que no
me sueltes las manos,
en que la risa siga siendo
nuestro soporte.
Nuestros abrazos
caminan buscando el reencuentro,
anhelando no volver a separarse,
mientras los besos que me niegas
lloran en un rincón esperando
volver a ser
rescatados.
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